“La gran amenaza del adolescente es la que va dirigida a esa pequeña
parte de nosotros mismos que no ha tenido una adolescencia efectiva. Ese
pedacito de nuestro ser hace que miremos con resentimiento a quienes son
capaces de tener su fase de desaliento malhumorado, y que deseemos encontrar
una solución para ellos. Hay centenares de soluciones falsas. Todo cuanto
digamos o hagamos estará mal. Nos equivocaremos al prestarles apoyo y nos
equivocaremos al retirárselo.”
Luchando por superar la fase de desaliento malhumorado (Winnicott, 1963)
Para trabajar con adolescentes es necesario
haber vivido plenamente la adolescencia (y recordarla): los movimientos de
independencia desafiante coexistiendo con una dependencia regresiva, el
malhumor, la obstinación, la tensión sexual, la necesidad de provocar a la
sociedad… Si uno no ha vivido la
adolescencia en su esplendor, ésta se mira con resentimiento e irritación (como
un problema al que hay que buscar soluciones para que salgan de ella), en vez
de verla como una etapa necesaria y saludable.
Para Winnicott, la adolescencia es una época
de descubrimiento personal en donde el adolescente participa en una experiencia
vital, un problema de existencia y en el establecimiento de una identidad. Plantea que la adolescencia es una etapa del desarrollo, en el que el sujeto pasa por
una fase de “desaliento malhumorado”. De este modo, ve a la adolescencia como
un proceso que hay que pasar, que no se puede acelerar ni se puede “curar”.
Así, el llegar a ser una persona adulta está en función del paso del tiempo y
los procesos graduales de maduración.
Las transformaciones de la adolescencia resultan
de la elaboración psicológica de los cambios físicos de la pubertad y de las
nuevas exigencias sociales que se les impone. El modo en el que el adolescente
afronta estos cambios y las angustias asociadas a ellos se basan en un patrón
de personalidad organizado en los primeros años de vida en el que se adquiere
la capacidad de entablar relaciones triangulares (complejo de Edipo). El
adolescente debe realizar un movimiento psíquico que implica separarse de lo
familiar (de las dependencias infantiles); los teóricos clásicos llaman a esta
fase la re-edición del complejo de Edipo y desasimiento de imagos parentales,
en donde se consuma una elección de objeto.
Winnicott, que tiene una posición muy
ambientalista, resalta la importancia de un ambiente facilitador, que pueda
tolerar el crecimiento, ya que crecer es un acto agresivo, significa ocupar el
lugar de los padres. A nivel de fantasía inconsciente, cuando el niño se
transforma en adulto, lo hace sobre el cadáver de un adulto. El manejo de esto,
puede producir dificultades tanto para el adolescente como para los padres o
tutores. Winnicott se percató en su consulta psicoterapéutica, que en sus
pacientes adolescentes afloraban la muerte y el triunfo personal como algo
intrínseco al proceso de maduración y a la adquisición de la condición de
adulto (estas fantasías inconscientes se manifiestan, en algunos de ellos, como
la experiencia de un impulso suicida). Por estas razones, es importante que
exista un ambiente familiar suficientemente bueno que facilite los procesos de
maduración y que pueda contener dicho crecimiento.
Una característica del adolescente, que
quisiera desarrollar ahora, es que es un ser aislado; incluso cuando hace una
relación personal lo hace desde una posición de aislamiento. La nueva posición
frente a imagos parentales y los ambientes relacionales distintos, exigen al
adolescente reorganizar su constitución psíquica. Esta re-organización
requiere, desde mi punto de vista, un repliegue narcisista, en donde el
adolescente pone a prueba sus relaciones sobre objetos subjetivos. El
adolescente, al igual que hizo en la temprana infancia, va adquiriendo la
capacidad de reconocer la existencia de otros que no forman parte de él. Por lo
tanto, para Winnicott este aislamiento es la repetición de una lucha que se
realiza en la niñez (pre-edípico).
Otra característica de los adolescentes, que
plantea Winnicott, es la negativa a aceptar soluciones falsas; sólo aceptan lo
que se sienten como algo real. El adolescente está empeñado en tratar de
encontrarse a sí mismo y ser fiel a eso que va descubriendo. Esto lo hace
intolerante e inflexible, ya que rechaza experiencias vicarias (como si no
pudieran tomar nada de nadie) y todo tipo de ayuda (porque encuentra en ellas
algún elemento falso). Así, el adolescente parte de la nada y aprende por
experiencia propia, teniendo que atravesar una fase de desaliento malhumorado,
durante la cual se sienten inútiles.
El adolescente en su lucha por construir una
identidad busca una forma de identificación que no los traicione, no
amoldándose a un rol asignado por los adultos. En ese proceso, el adolescente
hace cosas que son demasiado reales desde el punto de vista de la sociedad (ya
que representan un ataque para la misma).
Frente a todo lo planteado anteriormente,
¿cómo se debería responder al adolescente? Con paciencia y tolerancia ya que,
como afirmaba Winnicott, nos equivocamos tanto al prestarle apoyo como al
retirárselo.
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los contenidos de forma parcial o total sin el consentimiento por escrito del
autor. Citar como: Valentiner, A. (2012) La adolescencia desde el punto de
vista Winnicottiano. [Documento WWW]. URL
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