Análisis del artículo de Ferenczi: Perspectivas del psicoanálisis


Ferenczi comienza en este artículo explicando como se había estando desarrollando vertiginosamente el psicoanálisis (en 1924) sobre todo como sistema científico e incluso como concepción de mundo. De esta manera, los inicios del psicoanálisis estuvieron marcados por un carácter eminentemente práctico, en el sentido de que había poco o nada construido teóricamente. A partir del análisis de pacientes neuróticos, se fue estructurando una teoría del aparato psíquico y de algunas patologías, hasta generalizarse no solo como una teoría, sino como una concepción de hombre, una metapsicología.

Una vez construida la teoría, ésta ha sido útil a miles de personas para observar con los lentes de la teoría una serie de fenómenos que anteriormente eran invisibles para casi todo el mundo, especialmente el complejo de Edipo (que formaba parte fundamental en el origen de las neurosis) y el descubrimiento de la transferencia (la repetición de la relación edípica).

No obstante, Ferenczi refleja en el presente artículo el espíritu de la época al comentar que había cierta desorientación entre los analistas en lo relativo a la práctica psicoanalítica; esto se debe a que el desarrollo de la teoría no fue acompañado con un progreso técnico – terapéutico.

Según se puede interpretar de Ferenczi, la práctica creó la teoría, pero después de un punto lo que ha pasado es que la teoría influye a la técnica pero no a la inversa, por lo que la práctica modifica muy poco a la teoría que cada vez es más inflexible. Así, percibe que para la época había una suerte de estancamiento en el desarrollo de la técnica, quizá por el temor de Freud de tener que aceptar implicaciones teóricas de esta evolución.

En relación a la técnica, Ferenczi escribe en este artículo varias consideraciones; en primer lugar reitera que el objetivo de la psicoterapia psicoanalítica es la disolución de la libido infantil de su fijación a los primeros objetos parentales. Así, Ferenczi (1924) afirma que justamente el objetivo “es hacer vivir plenamente la relación edipiana en la relación del paciente con el médico, a fin de que el conocimiento adquirido le permita llegar a una solución nueva y mejor”. (p283)

A su vez, aunque se puede con un paciente explorar sus sueños, su sexualidad o su historia biográfica en general, para Ferenczi estas son relevantes en la medida que faciliten la reproducción de la relación edípica; en la medida en que se aleja de este objetivo, el trabajo psicoterapéutico resulta estéril, o un ejercicio teórico, de confirmación de la teoría con la práctica por parte del terapeuta que no tiene ningún sentido terapéutico.

Probablemente por los pocos escritos técnicos que realiza Freud y el descuido de otros teóricos en esta área del conocimiento, existen una serie problemas en la técnica que Ferenczi observa y los detalla en el artículo; esto podría ser resultado de una suerte de fijación por parte de algunos analistas a alguna fase de la evolución de la técnica psicoanalítica. Quizá sea mejor recordar estos problemas para no repetirlos en nuestra práctica profesional.

Un primer problema lo constituye confundir la concepción clínica – médica con psicoanálisis, Ferenczi plantea que esta forma de análisis no toma en cuenta lo dinámico, lo conflictivo, sino que se limita a describir los síntomas y a intentar eliminarlos.

Otro problema, quizá asociado con un exceso de pasividad, lo constituye el hecho de acumular asociaciones como meta del análisis; pareciera que esta manera de trabajar se realiza sólo para que el analista se entere de la profundidad de las mociones afectivas operantes, casi un ejercicio intelectual del analista. El lado extremo a este también es erróneo, que consiste en tomar como objeto principal del análisis las interpretaciones, formulándolas en todo momento, incluso fuera de tiempo psicológico; esto constituiría múltiples agresiones al paciente, con el subsiguiente incremento de la resistencia.

Otra falta consiste en seguir fijados a las primeras fases del psicoanálisis en donde se realizaba análisis de los síntomas para su eliminación. Al respecto, Ferenczi (1924) comenta “como se sabe, el análisis ha pasado ya por una etapa en la que partía de los síntomas y despertaba bajo la presión de la sugestión los recuerdos que, actuando luego en la inconsciente, provocaba los síntomas. Este método ha sido superado hace tiempo por la evolución de la técnica psicoanalítica” (p272). Por otro lado, la enumeración sistemática de complejos puede tener lugar en la psicología descriptiva pero no en el psicoanálisis.

En la época en que Ferenczi escribió este artículo, era frecuente que algunos analistas centraran intencionalmente las asociaciones sobre lo sexual, tanto actual como infantil. Esto traía como consecuencia algunos desbordamientos sexuales en los pacientes con la subsiguiente neutralización de los efectos terapéuticos de la frustración.

Un problema común de los analistas era darle mayor importancia a la demostración de la teoría psicoanalítica en los pacientes (sobre todo en la teoría del desarrollo sexual) que el tratamiento del paciente mismo. Así, para Ferenczi la técnica no intenta separar artificialmente las fases psicosexuales ni usar este conocimiento en un principio del tratamiento de las neurosis; más bien, el analista puede servirse de este saber para permitir la transferencia.

Ferenczi criticaba la tendencia de algunos terapeutas a olvidar el factor individual y centrarse en explicaciones filogenéticas y culturales. Además, criticaba a los genetistas, en el sentido de que descuidan el presente del paciente, lo que puede llevar a que comunique en sus interpretaciones reconstrucciones que no tienen por sí solo la capacidad para generar una reacción afectiva. Así, hay que esperar que los pacientes vivan a nivel transferencial algo para llegar a convencerse de la realidad de las hipótesis inconscientes. Ferenczi (1924) aseveraba al respecto “lo rechazado o el inconsciente no tiene acceso a la motilidad ni a estas inervaciones motrices cuya suma configura la descarga de afectos; el pasado y lo rechazado se hallan, pues, obligados a hallar un representante en el presente y en el consciente (preconsciente), o sea, en la situación psíquica actual, para poder ser contrastados afectivamente”. (p278)

En las primeras fases del psicoanálisis, se solía dar explicaciones al analizado, para llenar mediante saber las lagunas en el recuerdo del paciente. Algunos analistas siguen realizando esta manera de trabajar, cuando en realidad lo que hay que trabajar es sobre la resistencia del paciente. Así, al desenmascarar y neutralizar las resistencias del paciente, las amnesias quedan colmadas automáticamente y sin que sea preciso dar muchas interpretaciones y explicaciones.

En uno de los pocos artículos técnicos de Freud “Recordar, repetir y reelaborar” (1914), Freud describe la evolución de la técnica y explica su meta, que es llenar las lagunas del recuerdo, es decir, recordar lo reprimido. Freud escribió este artículo justamente por limitaciones de la técnica; en este sentido, descubre que hay un límite en el recordar, por lo que se pregunta cómo se tiene acceso lo que hay más allá (lo reprimido).

Así, Freud descubre que lo que no se puede recordar retorna de otro modo: por la repetición. Esto trae como consecuencia ciertas modificaciones en la técnica psicoanalítica, ya que la técnica analítica consistirá tanto explorar las formaciones del inconsciente, como tener en cuenta la repetición y explotar el material que esta revela. En consecuencia, la eficacia del analista va a depender no sólo de su capacidad de hacer desaparecer síntomas, sino también de cortar compulsiones repetitivas a la que el paciente está sometido.

Ferenczi, al igual que Freud, considera la compulsión a la repetición no como un síntoma de resistencia que tiene que ser evitado en el espacio terapéutico (por ser perjudicial), sino como un fenómeno que hay que favorecer en el análisis. Sin embargo, esto no quiere decir que la meta de la técnica sea repetir, sigue siendo recordar; es decir significa transformar los elementos repetidos en recuerdo actual.

Por otro lado, muchos terapeutas malinterpretan a Freud al considerar que todo lo que perturba el trabajo es una resistencia. Según Ferenczi esta concepción crearía en los pacientes un sentimiento de culpabilidad intenso en donde los mismos temerían entrar en resistencia y el analista se hallaría sin recursos ante esto. Otra situación que es temida por los terapeutas es la transferencia negativa, que simplemente es considerado como resistencia. Sin embargo, dado que esta transferencia es un síntoma de resistencia que pide ser interpretado, su análisis es fundamental como principal labor del trabajo terapéutico; de hecho, es frecuente que la transferencia negativa sirva de vehículo a la manifestación de tendencias inconscientes.

Ferenczi recuerda a los analistas como éstos desempeñan a nivel inconciente todos los papeles posibles, por lo cual es muy importante que el analista esté pendiente en cada momento, para servirse inconscientemente según las circunstancias a diversos roles. Al respecto Ferenczi (1924) comenta “no es un azar el que los errores técnicos se produzcan precisamente a propósito de las manifestaciones de transferencia y de resistencia.” (p280)

Ferenczi fue un pionero en hablar y tomar en cuenta la contratransferencia como instrumento a nivel terapéutico. Asimismo, fue muy crítico en la labor de muchos analistas al darse cuenta de cómo el mismo narcisismo del analista llevaba a los pacientes a resaltar las cosas que presumen al analista (y así seducirlo) y reprimir las asociaciones que le afectan (impidiendo una expresión abierta del paciente).

Ferenczi fue tan consciente del rol de la contratransferencia que modificaba su rol conscientemente para producir efectos transferenciales buscados. De hecho, Ferenczi para evitar problemas técnicos, hostigaba a los pacientes con órdenes y prohibiciones; esto se justificaba, ya que se realizaba con un fin terapéutico. El analista al aceptar el rol que le es dado por el inconsciente del paciente, potencia la tendencia a repetir experiencias traumáticas infantiles y así transforma la repetición en rememoración desvelando su contenido.

No obstante, el papel activo por parte del analista fue criticado por el propio Ferenczi en sus últimos escritos (1926) en donde explica que la actividad, en tanto es una medida de frustración, perturba la transferencia. Esto no quería decir que nunca el analista debía ser activo, sino que debe ser usado por analistas experimentados en una fase en donde el amor de transferencia del paciente es muy sólido, y al fin del tratamiento de manera inevitable.

Para finalizar me gustaría discutir las influencias que podría tener el artículo “Confusión de lengua entre los adultos y el niño” (1932) en la técnica psicoterapéutica. Hasta aquel entonces, se había de alguna manera descartado en el mundo psicoanalítico la teoría de seducción, que Freud había usado en sus primeros escritos hasta que teorizó sobre la realidad psíquica, las fantasías y el complejo de Edipo, disminuyendo así la importancia de las seducciones reales.

Ferenczi explica como las seducciones incestuosas pueden ser entendidas como una confusión de lenguas, en el sentido de que el niño al jugar con el adulto de forma erótica siempre lo hace desde el ámbito de la ternura. Por otro lado, algunos adultos sobre todo si tiene algunas predisposiciones psicopatológicas confunden este juego infantil con los deseos sexuales adultos y se dejan arrastrar sexualmente sin pensar en las consecuencias.

Luego, el niño por efecto de algunos mecanismos de defensa se identifica con el agresor sexual, por introyección de lo que le amenaza o le arremete y lo hace intrapsíquico. Casi siempre el agresor se comporta como si nada ocurriese o quizá tenga algunos remordimientos, lo que hace que el niño mas consciente de su falta y que sea más vergonzoso; así, el niño introyecta el sentimiento de culpa del adulto.  En el adulto, el sentimiento de culpabilidad transforma el objeto amoroso en un objeto ambivalente (de odio y cariño); esta dualidad ausente en el niño en el estadio de la ternura hace que el odio traumatice al niño amado por un adulto, ya que este odio transforma a un ser que juega espontáneamente en un autómata o un obstinado, culpable del amor, que al imitar al adulto, se olvida de sí mismo.

De aquí, se puede inferir que en la práctica clínica hay que tener mucho cuidado de no tomar seducciones reales como fantasías edípicas, porque a nivel contratranferencial estaría ejerciendo el mismo rol del abusador sexual, en el sentido de que el analista se comportaría como si nada ocurriese, generando más culpa en el paciente. Quizá sea necesario matizar la idea de que la seducción es producto de las fantasías de los pacientes y aceptar aunque sea desagradable que existen padres (o sustitutos) perversos, dejando atrás lo que Ferenczi llama “hipocresía profesional”.

Como idea final, se podría decir que hay que mandar otra carta a Fliess en donde diga “hay que creer de nuevo en algunas neuróticas”…

Bibliografía
Ferenczi (1923). Prólogo a la edición húngara de “Más allá del principio del placer”. En Sandor Ferenczi: Psicoanálisis, Tomo III, Madrid: Espasa-Calpe, 1981.

Ferenczi (1924). Perspectiva del psicoanálisis. En Sandor Ferenczi: Psicoanálisis, Tomo III, Madrid: Espasa-Calpe, 1981.

Ferenczi (1926). Contraindicaciones de la técnica activa. En Sandor Ferenczi: Psicoanálisis, Tomo III, Madrid: Espasa-Calpe, 1981.

Ferenczi (1933). Confusión de lengua entre los adultos y el niño. En Sandor Ferenczi: Psicoanálisis, Tomo III, Madrid: Espasa-Calpe, 1981.

Freud, S. (1914). Recordar, repetir y reelaborar (1914). Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, II. En Software de computación (s/f). Compilación anónima.

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